Y si nunca terminan de romperse
los elásticos de piel
que te clavan al muro sigues
tirando y lo demás
ya sabes
se agrieta
y repiquetea
y si otra vez
te desertaste
la cabeza hincada en los hombros
y bajando
plomo tragado contenido y si no
se te renueva el aire y te quedas anclada
en el empeño y aun así
no te muere la fragilidad
hasta que llegue el día
en que
te hayas
muerto
tú,
qué esperabas.