Si esto fuera una noche fría de invierno, y en
lugar de mayo fuera enero, y si la gente de la calle caminara agarrada a sus
abrigos y a paso rápido, y helara sobre los tejados y en la casa hiciera frío, y
yo me levantara a mirar por la ventana envuelta en una manta en vez de hacerlo
descalza y vestida con un simple camisón, empañaría los cristales con mi
aliento y dibujaría con el dedo un círculo sobre el vaho. Luego desearía que
llegara la primavera y el calor. Por eso sé que no es invierno.
--------------------He reducido el mundo a mi jardín y ahora veo la intensidad de todo lo que existe------------------------------------------------------------------------------------------(J. Ortega y Gasset)-
domingo, 20 de mayo de 2012
jueves, 17 de mayo de 2012
Madrid no es como Texas, ni como el Sáhara, ni está surcada
por líneas de alta tensión sobre viejos postes de madera. Tampoco suelen verse tormentas de arena ni pueblos fantasmales y si, por casualidad, encuentras un
rincón vacío a altas horas de la madrugada o notas en la piel el picor del
polvo acumulado en el aire, lo percibes enseguida como algo artificial,
hiriente.
Dicen que hoy la acumulación de partículas en el aire es
cuatro veces mayor que la máxima permitida, pero desde aquí dentro no lo
parece. Desde aquí dentro una madre sostiene a su hija en brazos y le cuenta el
cuento de La Sirenita
mientras espera el autobús. Me pican la piel y los ojos y peleo con cremas de
farmacia para no sentir que yo también puedo estar volviéndome polvo, que yo
también voy dejando un reguero de células muertas en parte como el cuento que
termina, como la descendencia que termina. Llevados en una nube de tormenta que
nunca descarga aquí, porque esto no es como Texas.
jueves, 10 de mayo de 2012
Eso de ahí arriba es una luna
llena de agosto y estás en lo alto de una torre vigía del siglo XVII que a su
vez está en lo alto de un acantilado sobre el Mediterráneo. Sopla una suave
brisa del Este y abajo las olas rompen en las rocas y dejan regueros de espuma
que flotan en la oscuridad. Te cuentan historias de piratas y naúfragos
y esclavos que llegaron a estas tierras, pero nada de eso parece que exista ya. Tú
sólo cierras los ojos, y los abres, y los cierras, y sigues viendo la misma
luna y el mismo mar y no distingues claramente si los tienes ahí fuera o están dentro
de tu cabeza. Podrías tratar de pensar en cosas como por ejemplo la eternidad o
el bombeo de la sangre de un cuerpo; y si ese bombeo va acompañado de luz, y si
es así cuándo se apaga, pero no: tú sólo parpadeas a intervalos lentos hasta
que en uno de esos parpadeos te das cuenta de que de repente ha aparecido el mundo.
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