Eso de ahí arriba es una luna
llena de agosto y estás en lo alto de una torre vigía del siglo XVII que a su
vez está en lo alto de un acantilado sobre el Mediterráneo. Sopla una suave
brisa del Este y abajo las olas rompen en las rocas y dejan regueros de espuma
que flotan en la oscuridad. Te cuentan historias de piratas y naúfragos
y esclavos que llegaron a estas tierras, pero nada de eso parece que exista ya. Tú
sólo cierras los ojos, y los abres, y los cierras, y sigues viendo la misma
luna y el mismo mar y no distingues claramente si los tienes ahí fuera o están dentro
de tu cabeza. Podrías tratar de pensar en cosas como por ejemplo la eternidad o
el bombeo de la sangre de un cuerpo; y si ese bombeo va acompañado de luz, y si
es así cuándo se apaga, pero no: tú sólo parpadeas a intervalos lentos hasta
que en uno de esos parpadeos te das cuenta de que de repente ha aparecido el mundo.