lunes, 17 de marzo de 2008



Ángela tiene unos ojos increíbles. Cada uno de ellos tiene en el centro un círculo perfecto de color negro. El negro no es un color, porque se traga la luz, como la noche, aunque la noche tiene también puntos de luz, como los círculos negros de los ojos de Ángela de cerca son más grandes, y tragan más. No deben mirarse a la vez. Si los miras a la vez, te acribillarán, así que sólo estoy mirando uno, el izquierdo. Ahora es algo mayor porque en la mitad izquierda de su cara da la sombra. Me cuenta que está cansada.

- Y quién no -le digo a su ojo izquierdo, no a su oído- esta mierda nos toca a todos, ya lo sabes.

Cuando le digo ya lo sabes le estoy hablando a ella. Le estoy recordando cosas infinitas que ella sabe y resume en un ya, mientras fuma.

- Y tú, ¿qué tal?

- Me ha crecido un gato en la espalda que me está desgarrando la carne mientras hablo a tu ojo porque no he vuelto a hablar a ningún ojo aquí –pero esto no se lo he dicho- bien, genial.

El gato que me ha crecido en la espalda, dentro de unas horas será indomable, pero hasta entonces, podemos apurar el tiempo tomando café caliente a pesar de estar sudando, y comenzar a desgranar, al azar, cualquier cosa. Divertirnos. Silenciarnos. Escupir ideas sin orden de prioridad alguno ni que eso importe, porque una vez que comienzas a escupir, es difícil parar, aunque ya te hayas ido. Pueden haber pasado días y aún sigues intentando arrancarte el gato, ordenar las ideas (cuando intentas ordenar ideas, éstas se reproducen), llegar a ninguna parte conocida, acostumbrarte a sentirte satisfecha con todas ellas moviéndose aquí y allá como peces dentro de una pecera estanca dentro de tu cabeza detrás de los puntos encogidos que tienes en los ojos, que apenas pueden verse.

En la oscuridad, el círculo por fin se hace más grande. Puedes adentrarte en él, y nadar, abriendo la boca como un pez. Otra vez, nadar, beber, comer, otra vez, dientes, agua, fría, caliente, no es por los dientes. No es por el ojo ni por el asiento ni por estar ausente en el estanque todo lo que ves es silencio confundido pero no es muerte, no. Los bancos de peces girarán al tiempo. Yo sólo quiero estar allí para verlo.