jueves, 20 de enero de 2011


He leído uno a uno todos los poemas de entonces

aquellos que lanzábamos al aire

como pesadas balas de humo

sólo por el hecho

de lanzar

aquellos poemas

del grito y la convulsión

con los que inundamos las calles

y las ahogamos por completo

los de la primera herida en la primera carne

la que más duele

la que prueba su grosor

y se envilece. He leído

palabras escupidas, mordidas, ultrajadas

versos que jurábamos cumplir bajo pena de muerte

juramentos poéticos y alas

el éxtasis como único argumento

otra juventud perdida

que condenar por una boca

y entre sus labios

la promesa de sentir

tanto como un pulso pueda dar de vivo. He leído

que apostábamos dolor

cuando la otra opción era el olvido

que no hubo salvación para nadie

uno a uno, todos los poemas

arrojados por el ventanal de un tiempo

que nos enseñó a morder

a estar hambrientos

que nos hizo ver que volar es un derecho

que no está reservado a los cuerdos.


(A ellos y ellas, cuando lo fuimos)