martes, 4 de diciembre de 2012

Filetes de plástico





Les veo sonreír en la pantalla plana de la cafetería del VIPS. Es una de esas pelis en technicolor del Hollywood de antes, donde las mujeres tienen cinturas imposibles y faldas vaporosas y buscan marido, y los hombres visten trajes y son empresarios o detectives aparentemente fríos pero que en el fondo están enamorados de la chica. Les veo sonreír y bailar. Bailar y sonreír. Por suerte o por desgracia mi filete tarda una eternidad en venir y la película está subtitulada. Dice el diálogo:

- ¡Oh Bárbara! No desesperes. Encontrarás un marido rico, ya verás. No es tan difícil. Al fin y al cabo amar a un hombre rico cuesta lo mismo que amar a un camionero.

La Bárbara en cuestión se consuela en las palabras de su amiga y se abrazan y lloran y empiezan a cantar, con sus peinados de rulos y su maquillaje blanquísimo y sus boquitas rojísimas. Hay más amigas que se unen a la fiesta y cantan y hacen piruetas para animar a la pobre chica y convencerla de que algún día, ¡sí!, encontrará un marido rico, pero entonces pasa por delante de la pantalla el camarero que reparte las comandas de la barra: una ensalada, un sándwich y mi filete, que como era de esperar parece de plástico.  Caigo en la cuenta de que hoy no han puesto el telediario. Todos empezamos a comer como si no hubiéramos notado nada.