jueves, 10 de enero de 2013

Siete





Algo debí hacer yo para que la otra noche me despertaras en mitad del sueño llamándome enfurecido, pero no recuerdo qué pudo ser. Desde entonces no consigo decirte nada, no soy capaz de adivinar tu réplica, no me concentro por más que mire aquella foto de tu infancia, niño que también fuiste, ni sé cómo ordenar todo lo que se ha ido acumulando en tu ausencia, que ya empieza a ser tan larga.

Tal vez porque sea tan larga.

Y que en tu alma nada se mueve ya lo sé. Pero a este lado la tierra gira –ya ves que a ella no parece importarle- y yo he vuelto a ver un tocadiscos como los de antes pero esta vez era yo quien escuchaba tus canciones por ti. También era yo quien sostenía a tu nieta por ti y quien derramó tus lágrimas. Quien cumple años y hasta empieza a pensar que algún día tendrá tu edad, o más, y entonces.

Cómo haré para contarte si todo lo tuyo que pasa sin ti se vuelve silencio.

Apaga una luz.

Vela el llanto de tu nieta contra la vida, enemigo al que amar.

Amigo que te envía regalos después de muerto.