jueves, 10 de enero de 2013

Siete





Algo debí hacer yo para que la otra noche me despertaras en mitad del sueño llamándome enfurecido, pero no recuerdo qué pudo ser. Desde entonces no consigo decirte nada, no soy capaz de adivinar tu réplica, no me concentro por más que mire aquella foto de tu infancia, niño que también fuiste, ni sé cómo ordenar todo lo que se ha ido acumulando en tu ausencia, que ya empieza a ser tan larga.

Tal vez porque sea tan larga.

Y que en tu alma nada se mueve ya lo sé. Pero a este lado la tierra gira –ya ves que a ella no parece importarle- y yo he vuelto a ver un tocadiscos como los de antes pero esta vez era yo quien escuchaba tus canciones por ti. También era yo quien sostenía a tu nieta por ti y quien derramó tus lágrimas. Quien cumple años y hasta empieza a pensar que algún día tendrá tu edad, o más, y entonces.

Cómo haré para contarte si todo lo tuyo que pasa sin ti se vuelve silencio.

Apaga una luz.

Vela el llanto de tu nieta contra la vida, enemigo al que amar.

Amigo que te envía regalos después de muerto.


martes, 4 de diciembre de 2012

Filetes de plástico





Les veo sonreír en la pantalla plana de la cafetería del VIPS. Es una de esas pelis en technicolor del Hollywood de antes, donde las mujeres tienen cinturas imposibles y faldas vaporosas y buscan marido, y los hombres visten trajes y son empresarios o detectives aparentemente fríos pero que en el fondo están enamorados de la chica. Les veo sonreír y bailar. Bailar y sonreír. Por suerte o por desgracia mi filete tarda una eternidad en venir y la película está subtitulada. Dice el diálogo:

- ¡Oh Bárbara! No desesperes. Encontrarás un marido rico, ya verás. No es tan difícil. Al fin y al cabo amar a un hombre rico cuesta lo mismo que amar a un camionero.

La Bárbara en cuestión se consuela en las palabras de su amiga y se abrazan y lloran y empiezan a cantar, con sus peinados de rulos y su maquillaje blanquísimo y sus boquitas rojísimas. Hay más amigas que se unen a la fiesta y cantan y hacen piruetas para animar a la pobre chica y convencerla de que algún día, ¡sí!, encontrará un marido rico, pero entonces pasa por delante de la pantalla el camarero que reparte las comandas de la barra: una ensalada, un sándwich y mi filete, que como era de esperar parece de plástico.  Caigo en la cuenta de que hoy no han puesto el telediario. Todos empezamos a comer como si no hubiéramos notado nada.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Un fragmento de lo que piensa Sofía




Creo que sigue aquí por la música y por los chavales que cada tarde saltan al mar desde el malecón. Mantiene la compostura, la mirada serena, el pelo blanco a lo garçon y un librito cuya lectura interrumpe cada vez que el griterío de los chicos se incrementa o alguna ola bate con fuerza en la escollera. En contra de lo que piensa Sofía, yo creo que ya no espera a nadie, y mucho menos a otro mulato que le remueva el mambo como  pretenden la mayoría de las turistas que cada lunes recalan en los hoteles de esta ciudad de jineteros con más hambre que alma, y con oficio suficiente como para hacer bailar el corazón más precavido al son que ellos le marquen.

martes, 16 de octubre de 2012

Algo había que hacer para alegrar la mañana



- No voy a morir.



- ¡Oh! ¡Es cierto! ¡Eres indestructible!



- Te lo dije, nena.



- Ya, pero... yo también quiero serlo...


miércoles, 12 de septiembre de 2012

Marilyn y la tragedia






Era Marilyn segundos antes de besar a un joven actor y era el cámara, la claqueta, el director, el productor y todo el que pasaba por allí. Era el pendiente de brillantes y los labios semiabiertos. El cigarro de después por anticipado aunque no fuera más que un cigarro para después de un simple beso, que un beso no es nada y a ella la encontraste en la calle. Era la visible erección en la bragueta del hombre casado y la locura de la lámpara que ilumina una noche de insomnio, porque se pueden tener noches de insomnio aunque el mundo no se esté cayendo ni el World Trade Center aplaste a Nicolas Cage del todo, noches, como estampitas coleccionables para el álbum de los horrores, aquí las del deseo, éstas las de la soledad, las de la abulia o las del verso y todas distintas y repetidas tantas veces, como un buen catálogo que puedes hojear en casa cuando no te apetece hacer nada, y piensas a la vez en todo, y a la vez lo eres todo, y cuando digo todo me refiero a absolutamente todo. No sólo lo que miras sino también lo que no ves, el pálpito que invisiblemente te va acercando a la tragedia.


miércoles, 22 de agosto de 2012

Pensamientos circulares II




Un día aparecen en la orilla rojizas, silenciosas, medusas. Y la playa se convierte en una cacería de tentáculos marinos. Bajo el sol de mediodía se ven niños con redes y madres que guardan sus capturas en botellas de plástico: amasijos de diez, treinta, cincuenta medusas agonizantes se reparten por la playa hasta donde alcanza la vista. Un trasiego interminable entre la arena y el agua. Una limpieza incansable hasta que por algún azar un niño tropieza, le da una patada a una botella y vierte las medusas sobre la arena, cerca de la orilla, en el límite mismo del agua. Allí donde llega el oleaje como una lengua que lo devuelve todo al estómago del mar.

domingo, 19 de agosto de 2012

Un algo





Volver habiéndonos dejado atrás un algo.

Un cajón que se quedó sin abrir
el cristal de la mesa las huellas y el polvo
la forma que adoptaba la orilla
como una pregunta, qué sé yo
como un algo que no respira, un barco
que no deja de partir
a veces
cuando el mar está en calma
podemos llegar a verlo
desaparecer sobre un dudoso horizonte.

domingo, 20 de mayo de 2012

Pensamientos circulares



Si esto fuera una noche fría de invierno, y en lugar de mayo fuera enero, y si la gente de la calle caminara agarrada a sus abrigos y a paso rápido, y helara sobre los tejados y en la casa hiciera frío, y yo me levantara a mirar por la ventana envuelta en una manta en vez de hacerlo descalza y vestida con un simple camisón, empañaría los cristales con mi aliento y dibujaría con el dedo un círculo sobre el vaho. Luego desearía que llegara la primavera y el calor. Por eso sé que no es invierno.

jueves, 17 de mayo de 2012




Madrid no es como Texas, ni como el Sáhara, ni está surcada por líneas de alta tensión sobre viejos postes de madera. Tampoco suelen verse tormentas de arena ni pueblos fantasmales y si, por casualidad, encuentras un rincón vacío a altas horas de la madrugada o notas en la piel el picor del polvo acumulado en el aire, lo percibes enseguida como algo artificial, hiriente.

Dicen que hoy la acumulación de partículas en el aire es cuatro veces mayor que la máxima permitida, pero desde aquí dentro no lo parece. Desde aquí dentro una madre sostiene a su hija en brazos y le cuenta el cuento de La Sirenita mientras espera el autobús. Me pican la piel y los ojos y peleo con cremas de farmacia para no sentir que yo también puedo estar volviéndome polvo, que yo también voy dejando un reguero de células muertas en parte como el cuento que termina, como la descendencia que termina. Llevados en una nube de tormenta que nunca descarga aquí, porque esto no es como Texas.

jueves, 10 de mayo de 2012



Eso de ahí arriba es una luna llena de agosto y estás en lo alto de una torre vigía del siglo XVII que a su vez está en lo alto de un acantilado sobre el Mediterráneo. Sopla una suave brisa del Este y abajo las olas rompen en las rocas y dejan regueros de espuma que flotan en la oscuridad. Te cuentan historias de piratas y naúfragos y esclavos que llegaron a estas tierras, pero nada de eso parece que exista ya. Tú sólo cierras los ojos, y los abres, y los cierras, y sigues viendo la misma luna y el mismo mar y no distingues claramente si los tienes ahí fuera o están dentro de tu cabeza. Podrías tratar de pensar en cosas como por ejemplo la eternidad o el bombeo de la sangre de un cuerpo; y si ese bombeo va acompañado de luz, y si es así cuándo se apaga, pero no: tú sólo parpadeas a intervalos lentos hasta que en uno de esos parpadeos te das cuenta de que de repente ha aparecido el mundo.