lunes, 4 de agosto de 2008



Cuánto nos costó comprender lo que mata el miedo

(la salvación, mírala, salta adelante)

que la vida no se encierra en un puño
que nada nos va a librar de las lágrimas ellas solas
llorándose a sí mismas
pensándose ¡ay dolor!
y felices

y que todo tiene que irse hasta tú
que te empeñas en volver

y tanto que costó

(qué será lo que falte, me pregunto
para que nada termine).


4 comentarios:

carmen moreno dijo...

Yo rezo porque haya cosas que no acaben nunca. No sé qué decirte, además de que entiendo tu miedo.

ybris dijo...

Tuvimos que temer al mismo miedo para darnos cuenta de su condena y sentir la salvación.
Quizás ese empeño en volver sea el que nos haga sentir la falta que obliga a que nada termine.

Bellísimo poema, amiga.
Un beso.

NáN dijo...

otro beso

Anónimo dijo...

No sé cómo llegué a tus jardines (supongo que salté un muro), pero ha sido una alegría llegar a ellos para leer tu buena poesía para intuir cómo podría matarse el miedo.


Saludos...