Propongo que no demos ninguna foto por vencida. Hagamos lo siguiente: elegir la música, por ejemplo,
Apagar la luz del techo, beber algo, cruzar las piernas sobre el asiento.
Hacer clic en la carpeta donde archivamos todo,
desde

hasta
Mirarlas una a una fijamente. Lo que hay dentro y lo que hubo fuera del marco. Tragar un sorbo de vino si la herida se resiente, dar paso a las lágrimas que afloren, tocarnos los labios con los dedos.
Elegir de entre todas quince o veinte.
Volver a poner la música, y con ella, dejar que desfilen. Repetir. Dejar que hablen y cambien y revivan. Sigan escuchando. No tengan miedo.
Al poco seguro que descubren su ritmo.